Toma de conciencia, depresion y salud.


 El escritor ruso León Tolstoi en el ensayo Mi confesión  habla de su crisis depresiva y consigue describir esta enfermedad con tres certeras frases:

 "Mi vida se había detenido de golpe. Podía respirar, comer, beber, dormir. En realidad, no podía evitar hacerlo, pero no había una vida verdadera en mí".

Tolstoi escribió este texto en 1887, y hay referencias a la depresión en multitud de épocas y lugares, sin embargo, hay quien la considera la enfermedad del futuro.

Las investigaciones actuales hablan de una interacción entre varios factores como causa de la enfermedad.

No existe ninguna variable que explique completamente una depresión.
 De hecho, se tiende a hablar de relaciones causales que actúan como un círculo vicioso.

Los factores implicados en el ciclo depresivo pueden ser genéticos, bioquímicos, neuroendocrinológicos, neurofisiológicos, psicosociales, de personalidad y ambientales.

Las alteraciones neuroendocrinológicas más relevantes han sido detectadas en relación con las llamadas depresiones endógenas, que son aquellas debidas a algo que viene de nuestro interior, sin causa externa aparente.

 Se ha observado que los pacientes que la sufren no experimentan la elevación habitual del nivel de hormonas tiroideas y su glándula pineal segrega menos melatonina.

 Estos dos factores explicarían en parte los problemas de insomnio causados por este trastorno.

 Otra sustancia que aparece frecuentemente en los estudios es el cortisol, generado por la glándula pituitaria: el 50% de pacientes con depresión grave presentan un alto nivel.


Tampoco hay que olvidar los factores psicosociales.
 Algunas personas caen en la depresión sin motivos aparentes, pero otras veces surge a raíz de alguna circunstancia difícil, como la muerte de un familiar próximo o de un amigo, una enfermedad crónica, problemas interpersonales, dificultades financieras, un divorcio..., hechos que pueden ocasionar síntomas que sostenidos a lo largo del tiempo acaban desencadenando una depresión clínica.

  ¿Pero cómo definir la depresión?
 La precisión es esencial para que el diagnóstico no resulte alarmista.

 Por un lado hay que señalar que el ser humano convive con la melancolía y la aflicción, que en ocasiones son sentimientos inevitables y necesarios.

De hecho, como decía Charles Darwin, "la tristeza (...) es una buena forma de adaptación que ayuda a que una criatura se cuide a sí misma contra cualquier peligro grande o repentino".

 Por eso es importante aclarar, en primer lugar, que sentirse triste o melancólico no es una enfermedad mental ni equivale a sufrir de depresión.

Sólo cuando estos sentimientos se prolongan o se agravan pueden empezar a ser valorados como patológicos, e incluso entonces estos estados afectivos tendrán que ir acompañados de otros síntomas para que sean calificados como tales. 


Los profesionales en salud mental conocen de la importancia de tener conciencia de la enfermedad mental que se padece y de cómo conseguir que la persona con enfermedad mental sea consciente de ello.

Tener conciencia de la enfermedad mental es tener la  capacidad por parte de la persona que la padece de entender y aceptar dicha enfermedad mental.

 Según datos facilitados a AISS por el Proyecto ADHES, la falta de conciencia de la enfermedad hace ascender a un 500% o más las recaídas  y alarga un 400% el tiempo de ingreso hospitalario.

Cada recaída por falta de conciencia de la enfermedad mental que se padece provoca un deterioro en la persona y tiene consecuencias en su ámbito social, familiar y laboral; es por ello de suma importancia que la educación para la toma de conciencia de la enfermedad se produzca desde el primer día en que el paciente se encuentre estabilizado.

Para que la persona con enfermedad mental pueda ser consciente de su enfermedad ha de tener las siguientes habilidades:

1.- Entender y conocer su enfermedad.
2.- Reconocer que esta enfermo.
3.- Querer colaborar con el psiquiatra, familiares o amigos para facilitar el tratamiento y para evitar posibles recaídas.


En contraposición con estos 4 puntos, hay una serie de circunstancias que impiden que la persona con enfermedad mental sea  consciente de su enfermedad, hecho que entorpece que el paciente quiera participar activamente en el proceso terapéutico para mejorar su salud mental.

Algunos de los factores que impiden ser consciente de la enfermedad son:

1.- Capacidad intelectual y cognoscitiva baja.
2.- La falta de capacidad de la persona de juzgar de manera real los síntomas que padece.
3.- La adolescencia y la juventud son también factores que hacen que la personas con enfermedad mental rechacen o no acepten su diagnóstico.

El reto de los tratamientos actuales es romper la cadena por alguno de sus eslabones. Muchos investigadores lo creen, aunque debido a la compartimentación de la ciencia, cada científico intente romper el círculo en el punto en que es experto.

 Por eso hay métodos para salir de la depresión desde la bioquímica, desde lo psicosocial, desde la genética... Lo importante es detectar los puntos de ruptura y trabajarlos poco a poco porque de la depresión se puede salir.


Indicar, por último, que es muy importante que la persona sea consciente de su enfermedad ya que de esta forma podremos hacerle partícipe de las consecuencias que tiene para el y los que le rodean cuando entra en crisis frente a las ventajas que le va a comportar seguir con el tratamiento que se le haya dispensado.

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