Amor o adicción
“Aunque me maltrates te amo” “Aunque me engañes no puedo vivir sin ti”. |
Adicción a las relaciones:
Existen dos clases principales de adicción a las relaciones.
En la primera, la persona es adicta a tener una relación -cualquier
relación, real o en la fantasía-.
En la segunda, una persona es adicta a una relación concreta con una
persona concreta.
En la primera, la persona está enganchada a la idea, y en la segunda
está enganchado a la persona. Las personas adictas a una relación son
adictas al concepto de la relación.
Se relacionan con su idea de la relación, la realidad de la otra o de
las otras personas es irrelevante.
Están dispuestos a sacrificar los valores personales, espirituales y
morales para aferrarse a la ilusión que tienen de una relación.
La ilusión misma es lo que proporciona la dosis.
Los adictos a las relaciones quieren una relación. No les preocupa
quién o qué es la otra persona. Simplemente quieren a alguien, no
consideran la relación como algo que evoluciona. Los adictos a las
relaciones han desarrollado habilidades para crear relaciones
(enfermizas, no-relaciones o seudorelaciones).
Y con frecuencia habilidades mas seductoras y útiles como la de saber
escuchar, compartir sentimientos (aunque no reales o difíciles de
comunicar), estar presentes y prestar atención.
Por ello son muy difíciles de detectar (por parte de sí mismos y de los demás).
Utilizan para manipular y controlar, habilidades que parecen ser
útiles para desarrollar una relación. Es decir "protegen su
suministro" haciendo "todo lo que hay que hacer" en una relación.
Conocen y practican las habilidades superficiales de la interacción social.
No saben cómo establecer una verdadera intimidad, y su habilidad
máxima consiste en fingir una relación
Les aterroriza estar solos y por ello cambian de una relación a otra.
Nunca se toman tiempo para sentir el dolor del término de una relación
y en consecuencia llevan consigo todos los sentimientos no resueltos a
la nueva relación.
Existen dos clases principales de adicción a las relaciones.
En la primera, la persona es adicta a tener una relación -cualquier
relación, real o en la fantasía-.
En la segunda, una persona es adicta a una relación concreta con una
persona concreta.
En la primera, la persona está enganchada a la idea, y en la segunda
está enganchado a la persona. Las personas adictas a una relación son
adictas al concepto de la relación.
Se relacionan con su idea de la relación, la realidad de la otra o de
las otras personas es irrelevante.
Están dispuestos a sacrificar los valores personales, espirituales y
morales para aferrarse a la ilusión que tienen de una relación.
La ilusión misma es lo que proporciona la dosis.
Los adictos a las relaciones quieren una relación. No les preocupa
quién o qué es la otra persona. Simplemente quieren a alguien, no
consideran la relación como algo que evoluciona. Los adictos a las
relaciones han desarrollado habilidades para crear relaciones
(enfermizas, no-relaciones o seudorelaciones).
Y con frecuencia habilidades mas seductoras y útiles como la de saber
escuchar, compartir sentimientos (aunque no reales o difíciles de
comunicar), estar presentes y prestar atención.
Por ello son muy difíciles de detectar (por parte de sí mismos y de los demás).
Utilizan para manipular y controlar, habilidades que parecen ser
útiles para desarrollar una relación. Es decir "protegen su
suministro" haciendo "todo lo que hay que hacer" en una relación.
Conocen y practican las habilidades superficiales de la interacción social.
No saben cómo establecer una verdadera intimidad, y su habilidad
máxima consiste en fingir una relación
Les aterroriza estar solos y por ello cambian de una relación a otra.
Nunca se toman tiempo para sentir el dolor del término de una relación
y en consecuencia llevan consigo todos los sentimientos no resueltos a
la nueva relación.
Algunos estudios han determinado, por ejemplo que la
ínsula y el núcleo estriado en el cerebro son el origen del deseo
sexual, del amor y ¿adivinen qué?... también de las adicciones.
Casualidad
o no, el estudio de la Universidad de Concordia y el Hospital
Universitario de Ginebra, Suiza, indicaron que las dos estructuras se
activan de diferents formas cuando hay excitación, amor o dependencia por algo… o por alguien.
Ser adicto al amor no es otra cosa que estar buscando de manera constante y permanente la satisfacción emocional.
Lejos
del ideal de vida de estar "enamorados todo el tiempo", los adictos al
amor tienen poca estabilidad en sus relaciones, bien sea porque la etapa
de enamoramiento es la única que los engancha a su pareja o porque
rápidamente consiguen un nuevo "sujeto del deseo".
De allí que la inestabilidad emocional sea una constante.
"No se debe confundir con las personas que son infieles o que no quieren tener una relación seria.
El
infiel constante puede tener una cuota de adicción al amor, pero muchas
veces las razones de su infidelidad tienen más que ver con su
autoestima que con querer "enamorarse" del otro.
Lo mismo alguien que sostiene flirteos con varias personas a la vez.
El adicto al amor cree firmemente en una relación tradicional, por llamarlo de alguna manera, cree en las rosas y chocolates, pero como esa etapa siempre tiene un fin dentro del relacionamiento humano, se acaba su entusiasmo y sale en busca de él",
El problema, es que este tipo de adicción puede generar problemas graves en la seguridad y autoafirmación de la persona.
"Al
no obtener lo que en su mente es el ideal de amor, la persona puede
sentir que el problema de su inestabilidad es suyo y ahí incurrir en un círculo vicioso que dañe el amor propio".
Esto no quiere decir, por supuesto, que 'amar el amor' y tener esperanza en él deba suprimirse del corazón y la cabeza.
Nada más delicioso que estar enamorado de alguien, de salir con la persona que te gusta, de suspirar con los mensajes y todo ese estado de euforia que se tiene cuando se está al lado de la mujer o el hombre que se quiere.
Sin embargo, la fantasía de ese amor ideal puede estar alejándonos de la verdadera realidad de las relaciones.
El
enamoramiento sirve como soporte de unión de dos personas, pero
"compartir un espacio de la vida con alguien es un trabajo duro que por
momentos quizás no será tan lleno de romances de película.
Escalar esa montaña del amor y los que nos permite ver quién soy yo y quién es la otra persona.
De otro modo sólo nos quedaríamos con una apariencia rosa que se acaba y que no es amor".
La adicción a la pareja es una manera de morir. Porque se doblega el Yo a la voluntad de otro para lograr “sobrevivir”
¿Qué ocurre en la adicción a la pareja?
Cuando el apego está presente, entregarse, más que un acto de cariño desinteresado y generoso, se vuelve una entrega absoluta.
Guiada por el miedo, aceptando lo que sea para conservar “la ganancia” que proporciona la relación.
Observándose, una gran inmadurez emocional y una pérdida de control de la propia vida.
En casos patológicos, incluso pueden ser ambos miembros de la pareja los que sean adictos el uno al otro.
Lo que puede tener graves consecuencias, tanto en la vida de los involucrados, como de las personas cercanas a ellos.
¿Cómo se origina la adicción a la pareja?
Se construye sobre las proyecciones. Se entrega el poder de la vida propia, a la voluntad del otro. Cuando más se depende de otra persona para que otorgue seguridad, menos seguro se siente alguien.
En toda relación sana, se establece un vínculo.
Pero, en una relación tóxica se desarrolla un “enganche”. Dónde se cede la voluntad completamente a la del otro.
Por ejemplo, “Aunque me maltrates te amo” “Aunque me engañes no puedo vivir sin ti”.
Y esto ocurre, porque cada uno se relaciona de la misma manera, que cuando era niño.
Por lo tanto, si vivió su infancia en un hogar disfuncional. Se vincula de la misma manera, en su vida adulta.